lunes, 7 de noviembre de 2016




Un nuevo comienzo

Doris no había tenido tiempo de reaccionar desde la muerte de su madre, se hacía tantas preguntas sobre aquel hecho. Al morir no tuvo más remedio que confesarle a sus dos hijos, aquel secreto tan bien guardado. Cuando joven, su madre, había tenido una niña, fruto de un señorito del pueblo. Nadie le preguntó nada, los padres de él lo arreglaron todo para dar en adopción a la niña y por mucho que ella quiso indagar, no pudo nunca averiguar nada. Una vez se encontró con una enfermera que la asistió en el parto y le dijo que aquello lo habían hecho muy bien para que no hubiese filtraciones.
Pablo, su único hermano, llamó a un programa de televisión para ver si podían ayudar a encontrar a su hermana, esperaron noticias durante un tiempo y obtuvieron respuesta.
Aquella tarde se citaron en una cafetería en el centro de la ciudad y con clara muestra de ilusión esperaban a que apareciera por la puerta  de un momento a otro, esa persona tan desconocida para ellos. Había tanto ambiente y entraban y salían tantas personas que estaban un poco confundidos. Una mujer muy elegante se acercó hasta ellos y preguntó:
  • ¿Doris y Pablo?
Se quedaron boquiabiertos al mirarla, era guapa, muy guapa, y tenía los mismos ojos de mamá.
Pablo se levantó a saludar, Doris no podía levantarse de su asiento, porque conocía la cara de aquella mujer, ¿dónde la había visto?
  • Si, somos nosotros - contestó Pablo.
  • ¡Vaya! - dijo la recién llegada - ¿Permitís que me siente?
  • ¡Claro, por supuesto! - respondió Pablo.
Doris estaba tan aturdida que no recordaba en ese momento.
  • Me llamo Alice Adams.
  • Pero, yo la conozco a usted -dijo Doris dudando un poco.
  • Pues, tu cara también me es familiar, tengo una academia de Inglés en la ciudad hace años.
  • ¡Ah! es verdad que va mi hijo… uf, tan cerca y no sabíamos nada.
Alice sonrió y dijo:
  • Creo que tenemos mucho que contarnos... ¡vamos a empezar desde cero!


Marina Duende
26 - 10 2016

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