lunes, 7 de noviembre de 2016



Recuerdos del desván

Aquel día mamá estaba ordenando la casa y me dijo que subiera algunas cosas al desván, le pedí la llave, y me dijo que estaba abierto, puesto que ella había ido anteriormente.

En las escaleras vi cómo la luz salía por la puerta iluminando mi paso.
Aquello había quedado muy acogedor, invitaba a sentarse cómodamente y leer o hacer cualquier labor.

Percibí olor a tabaco, pensé (no puede ser), junto a la mesa, en el sillón, un hombre  fumaba en pipa. Me asusté. Su rostro afable, pelo canoso, cejas claras y los ojos azules (me recordaron los de mi madre).

  • ¿Quién es usted? - le dije – mamá no permite que se fume aquí, hay muchos trastos...
Él sonrió y sacando la pipa de la boca, me dijo:

  • ¿Se lo vas a decir tú? Y a continuación me guiñó un ojo. Titubeé por un momento y murmuré – bueno, tal vez ella note el olor. Bajaré a por más cosas que he dejado.
Él me miró y dijo:

  • Te esperaré; no tengo prisa.

Bajé las escaleras un poco aturdida pensando ¿de qué me sonaba esa cara? al pasar por la entrada me fijé en la foto que había sobre la consola, cogí el portarretratos de bronce. Mi madre muy joven junto a su padre, mi abuelo, y la pipa que pendía de su boca.

Oí la voz de mi madre llamándome:
-¡Elena! ¿Ya has bajado, tan pronto?

MarinaDuende

27 – Septiembre – 2016

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