DOBLE
VIDA
Llevaba días observando
aquella floristería y decidió entrar como un posible cliente. Se quedó mirando
unas flores que le gustaban de verdad. Enseguida se acercó la dueña, a
preguntarle si le podía ayudar en algo. Él le dijo que le gustaban unas
violetas que había visto, que eran las favoritas de su madre, ella le dijo que
sí, que eran preciosas y tenían un agradable aroma, muy apreciado para los
perfumes, además le dijo que se las conocían cómo símbolo de la modestia, sus
flores pequeñas se escondían tímidamente entre sus grandes hojas acorazonadas.
Le pareció muy
interesante la información. Mientras preguntaba por otras, ella le dijo que se
llamaba Gisela y que había llegado casi a punto de cerrar, su marido estaría al
llegar. Se decidió a llevarse una maceta, él dijo, que para su madre.
Hablaron un rato sobre
la tranquilidad del pueblo y algunas cosas más, luego se abrió la puerta y
entró un hombre que después de decir un hola, se acercó a besar a la chica y se
metió en la trastienda. Él pagó las flores dio las gracias por atenderle y se
despidió.
***
Carla, miraba las
fotos, aunque captadas con el zoom, veía perfectamente la cara de Alberto y de
la chica, después miró a Simón sin saber qué decir, sus ojos se detuvieron en las
violetas y no podía creer que su marido llevara viviendo una doble vida hacía
años, que sus múltiples viajes de negocios eran una excusa bien planeada.
Ella se lo había
pensado tanto, hacía tiempo que no quería creer aquello, porque amaba a Alberto
y tenían una relación estupenda y dos hijos maravillosos, no entendía… ¿cómo
era posible aquello?
Preguntó si tenía hijos
con ella, Simón le dijo que no, ella le dijo que su marido no quería por ahora
tener niños, aunque a Gisela le hacía ilusión.
Pagó sus honorarios al
detective y se despidieron.
***
Llegó a casa y soltó
las violetas sobre la mesa, y miró la
foto de la familia feliz que adornaba el salón, en ese momento no sabía qué
hacer, ni se explicaba todo aquello. Una amiga le había dicho que había visto,
desde lejos, a Alberto entrando al cine con una chica pelirroja muy guapa,
después la amiga dudaba de sus palabras o tal vez estaba tan segura de ello que
no quiso hacerle daño.
Ella desde entonces no
dormía pensando en las continuas ausencias de él. ¿Podía amar a las dos? Por
qué para llevar años con esa doble identidad, tenía que quererla, era demencial
que fuese tan complaciente en regalos, sexo, cómo padre, cómo compañero, en
ningún momento había dudado que la quería y luego… aquello.
Cogió la foto familiar,
se sentó sobre el sofá y se quitó los zapatos, sintió la alfombra bajo sus
pies, examinó las caras de todos sus
hijos guapos, Alberto mirándola a ella cómo adorándola, envidiado como pareja,
abrazó el portafotos y sus lágrimas empezaron a caer amargas de sus ojos; por
fin podía llorar.
DuendeMarino 14_07_2014
Foto internet.
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