viernes, 18 de julio de 2014

DOBLE VIDA  

Llevaba días observando aquella floristería y decidió entrar como un posible cliente. Se quedó mirando unas flores que le gustaban de verdad. Enseguida se acercó la dueña, a preguntarle si le podía ayudar en algo. Él le dijo que le gustaban unas violetas que había visto, que eran las favoritas de su madre, ella le dijo que sí, que eran preciosas y tenían un agradable aroma, muy apreciado para los perfumes, además le dijo que se las conocían cómo símbolo de la modestia, sus flores pequeñas se escondían tímidamente entre sus grandes hojas acorazonadas.

Le pareció muy interesante la información. Mientras preguntaba por otras, ella le dijo que se llamaba Gisela y que había llegado casi a punto de cerrar, su marido estaría al llegar. Se decidió a llevarse una maceta, él dijo, que para su madre.

Hablaron un rato sobre la tranquilidad del pueblo y algunas cosas más, luego se abrió la puerta y entró un hombre que después de decir un hola, se acercó a besar a la chica y se metió en la trastienda. Él pagó las flores dio las gracias por atenderle y se despidió.

***

Carla, miraba las fotos, aunque captadas con el zoom, veía perfectamente la cara de Alberto y de la chica, después miró a Simón sin saber qué decir, sus ojos se detuvieron en las violetas y no podía creer que su marido llevara viviendo una doble vida hacía años, que sus múltiples viajes de negocios eran una excusa bien planeada.

Ella se lo había pensado tanto, hacía tiempo que no quería creer aquello, porque amaba a Alberto y tenían una relación estupenda y dos hijos maravillosos, no entendía… ¿cómo era posible aquello?
Preguntó si tenía hijos con ella, Simón le dijo que no, ella le dijo que su marido no quería por ahora tener niños, aunque a Gisela le hacía ilusión.
Pagó sus honorarios al detective y se despidieron.

***

Llegó a casa y soltó las violetas sobre la mesa,  y miró la foto de la familia feliz que adornaba el salón, en ese momento no sabía qué hacer, ni se explicaba todo aquello. Una amiga le había dicho que había visto, desde lejos, a Alberto entrando al cine con una chica pelirroja muy guapa, después la amiga dudaba de sus palabras o tal vez estaba tan segura de ello que no quiso hacerle daño.

Ella desde entonces no dormía pensando en las continuas ausencias de él. ¿Podía amar a las dos? Por qué para llevar años con esa doble identidad, tenía que quererla, era demencial que fuese tan complaciente en regalos, sexo, cómo padre, cómo compañero, en ningún momento había dudado que la quería y luego… aquello.


Cogió la foto familiar, se sentó sobre el sofá y se quitó los zapatos, sintió la alfombra bajo sus pies,  examinó las caras de todos sus hijos guapos, Alberto mirándola a ella cómo adorándola, envidiado como pareja, abrazó el portafotos y sus lágrimas empezaron a caer amargas de sus ojos; por fin podía llorar.

DuendeMarino 14_07_2014 

Foto internet.

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