miércoles, 19 de agosto de 2015

Brillos de gata

Salima le vio y observó a través del velo. Tenía una perilla recortada e iba atractivo e impecable con su ropa de lino blanca, la piel bronceada y una ligera sonrisa en los labios.
Su tío Asad le había llamado para anunciarle algo que ella temía, que no la había dejado dormir durante noches.
-      Acércate Salima, te voy a presentar a tu futuro esposo Amir.
Amir se inclinó levemente como si ella fuese una princesa, mirándola a los ojos un instante, ella se ruborizó hasta la punta de las raíces de su pelo, un escalofrío le recorrió todo el cuerpo, aunque iba tapada, parecía como si hubiese entrado en su interior. Su tío rió a carcajadas.
-      Amir, ¿te dije que tenía ojos felinos?
-      Cierto  –dijo Amir–, bellos.
-      Estoy seguro que será una buena esposa para ti y que la sabrás cuidar, es como si fuese mi hija y quiero que sea feliz.
-      No te preocupes Asad, así será, te lo prometo.
Salima observó a los dos hombres, parecía que tenían buena relación y se tranquilizó un poco.
-      Salima –dijo su tío– antes de irte quiero decirte que Amir sabe que te gusta leer, sabemos la ilusión que te hace, para que al menos en ese aspecto estés tranquila.
El corazón de Salima saltó de gozo dentro de su pecho.
-      Mi corazón te lo agradece tío.
-      Puedes retirarte, tenemos que ultimar detalles sobre vuestra boda, Amir quiere que sea pronto.

Salima hizo una leve reverencia y salió de la estancia, mientras sus ojos de gata comenzaron a refulgir como hasta entonces no lo habían hecho.

Marina Duende


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