sábado, 29 de marzo de 2014



Con las manos y el corazón


Allí estaba, en el suelo, desmadejada, rota vuelta hacia abajo. La cogió y miró lo que había sano y lo que tendría que arreglar, recogió todos los pedazos que encontró y los metió en una bolsa que llevaba en el bolsillo para las emergencias.

Ya en casa examinó los brazos desencajados, encajaron a la perfección, las piernas arañadas y con alguna grieta, los pies incompletos, ya tenía masa dispuesta para modelar lo que faltaba, la cabeza un poco aplastada por detrás y el cabello revuelto, aunque una vez lavado y peinado quedaría bien. En un rato le hizo el lavado y peinó el pelo y la dejó para que mientras se secaba, prepararía otras cosas.

Sus manos marchitas aunque hábiles seleccionaron retazos de tela, tiras bordadas, abalorios… lo primero modelar la parte de los pies que faltaba, los pegó sin problemas y continuó ya con los restos de tela, midiendo, cortando y cosiendo el diseño que le haría, iba a vestirla de Pastira, a otras la adornaba de princesas, de flamencas, de indias, moras… según ella veía.

Era un trabajo concienzudo, pero a ella le hacía feliz, lo peor es que su vista no era la de antes, aunque todavía podía ponerles cara de felicidad a unas cuántas.

Al fin y al cabo ella había sido durante muchos años lo mismo que ellas: una muñeca rota.



MarinaDuende


Foto internet

3 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Esto mismo pasa con las personas, puede ser una historia real

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  3. Miguel, hace unos dias llegó una compañera con una muñeca vestida de pastira y me contó que tenia en casa unas cuantas vestidas de las que encontraba rotas tiradas en la calle, ella modista toda la vida y ahora mayor tiene pocos hobbys que la entretengan y su memoria ya no va bien. Asi que hilvané un poco, es real.

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