Garabato
(10_03_2014)
Acurrucado en el hueco del árbol,
casi ni respiraba, su corazón latía a un ritmo atropellado, desde allí
observaba aquellos pies grandes e incluso sin verle, con una sola pisada le
podían aplastar cómo a una mosca.
Le gustaba observar a los humanos
en su ir y venir por su comportamiento, los duendes hacían cosas más prácticas,
pensaba él de camino a casa.
No obstante usaban unos artilugios,
cómo aquella máquina de cortar césped, si no actúa rápido le hubiesen triturado
entre la hierba, de menudo peligro había escapado.
Y ¡menos mal! que se hacía invisible, si le
vieran ¿qué sería de él?
MarinaDuende
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