Un caballo muy piadoso
Cierto sacerdote decidió vender su
caballo. Al poco tiempo se presentó un hombre que estaba interesado en el
animal.
-Debo advertirle –le dijo el clérigo-
que este caballo sólo responde al
lenguaje eclesiástico. Para que corra hay que decirle Bendito sea Dios
y para que se detenga ¡Aleluya!
-He trabajado con caballos toda mi
vida –comentó el posible comprador, y jamás había escuchado algo así. Me
gustaría probarlo.
El buen hombre se montó en él y ordenó
con escepticismo: “Bendito sea Dios”. Inmediatamente el caballo
comenzó a trotar. Luego repitió: “Bendito sea Dios” y el animal
echó a correr. De pronto el comprador advierte que unos metros más adelante
había un precipicio. Aterrado gritó “Aleluya” y se detuvieron a
un paso del borde.
Entonces, respirando hondo y secándose
el sudor de la frente, el jinete exclamó espontáneamente y asustado:
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